Puede que no lo sepas, pero tutela y curatela no son sólo jerga jurídica destinada a confundirle. De hecho, son funciones críticas que puede que tengas que desempeñar algún día, posiblemente para un ser querido que no puede tomar decisiones por sí mismo.
Como tutor, te encargarías de su cuidado personal, y como curador, de sus asuntos económicos.. Parece sencillo, ¿verdad? Sin embargo, hay más en estos papeles de lo que parece.
Le conviene quedarse para entender la letra pequeña, ya que puede significar la diferencia entre proteger a sus seres queridos o dejarlos vulnerables.
Entender lo básico
En el ámbito jurídico, son muchos los términos que se utilizan para explicar las funciones necesarias que cada persona asume para garantizar el bienestar de su ser querido.
Una persona que es incapaz de tomar decisiones críticas con respecto a su bienestar físico y financiero, como hijos menores, padres ancianos y familiares discapacitados, y que tiene un tutor o curador designado por el tribunal, se conoce como Persona Protegida. A lo largo de este artículo, nos referiremos a la persona que requiere asistencia como Persona Protegida.
El Tribunal puede nombrar un Tutor para una Persona Protegida porque se ha determinado que es incapaz de asegurar su propio bienestar físico. Como tutor, eres responsable de mantener su salud, educación y bienestar, y de tomar decisiones que redunden en su beneficio.
Mientras que un tutor se ocupa de las decisiones personales, un curador supervisa el aspecto financiero. El tribunal nombra a un curador para que se ocupe de los asuntos financieros de quienes ya no pueden hacerlo. Esto puede incluir la gestión de activos, el pago de facturas y la toma de decisiones sobre inversiones.
El tutor y curador puede ser un familiar, un amigo de confianza o un profesional.
Aspectos clave de la tutela
Un Tutor designado por el tribunal puede tomar decisiones personales y cotidianas por la Persona Protegida. Estas decisiones abarcan desde la atención médica recibida hasta el lugar de residencia de la Persona Protegida. Esta función legal es fundamental cuando estas personas no pueden gestionar su propia atención médica, higiene y seguridad de forma independiente.
La tutela implica algo más que tomar decisiones sobre el bienestar y la calidad de vida; es conocer personalmente a la Persona Protegida para poder promover su autodeterminación, identificar sus valores y, dentro de lo razonable, tomar por ella decisiones que la Persona Protegida tomaría por sí misma si fuera capaz.
Aspectos clave de la curatela
Cuando el Tribunal ha determinado que una persona carece de la capacidad para gestionar sus propios asuntos financieros, un curador desempeña un papel crucial en la protección y supervisión financiera de esta persona.
Como curador, se le confía la importante responsabilidad de tomar decisiones sobre el dinero, los bienes y las inversiones de otra persona.
La principal ventaja de la curatela reside en su nivel de protección. Tras el nombramiento de un curador, el Tribunal sigue implicado. El Tribunal garantiza una asistencia y supervisión estructuradas, creando una salvaguardia contra la explotación. Por el contrario, la contrapartida es la pérdida de independencia de la persona protegida y el registro público de los procedimientos.
Es importante entender que la curatela puede no ser la única opción disponible. Entre los acuerdos alternativos se incluyen los poderes notariales y los fideicomisos testamentarios. Estas alternativas a veces pueden eliminar la necesidad de una curatela y los costos legales asociados.
Tutela frente a curatela
Si bien ya se ha adentrado en el complejo mundo de la curatela, es igualmente importante comprender su contraparte, la tutela, y cómo se compara y contrasta con la curatela. Esencialmente, la principal diferencia radica en las responsabilidades que tienen en la vida de la persona a la que se nombra para proteger.
En la tutela, el tutor legal tiene el deber de tomar decisiones personales por el individuo, como la atención sanitaria y los arreglos de vivienda. Por otro lado, la curatela se designa para gestionar asuntos financieros, como la administración de bienes, el pago de facturas y la toma de decisiones sobre inversiones.
La tutela y la curatela pueden coexistir, lo que significa que una persona puede ser a la vez tutor y curador, pero no siempre es así. El tribunal determinará si es necesario un tutor o un curador en función de las necesidades de la persona.
En el debate entre curatela y tutela, no se trata de cuál es mejor, sino de cuál es más apropiada para las circunstancias de cada persona. Es crucial buscar asesoramiento legal para navegar por estos complejos acuerdos legales. Recuerde que el objetivo final tanto de la tutela como de la curatela es garantizar la protección y el interés superior de la persona protegida.
El proceso
El tribunal sabe que el papel que los tutores y curadores desempeñan en la vida de la persona protegida es una responsabilidad importante y no debe tomarse a la ligera.
El establecimiento de una tutela o curatela requiere una orden judicial. Para obtener la orden judicial, hay importantes procedimientos legales, notificaciones y plazos que deben seguirse. Dado que este proceso legal es complejo, suele requerir la asistencia de un abogado.
El primer paso del procedimiento legal consiste en presentar una petición ante el tribunal. Esta petición debe exponer claramente las razones por las que se necesita un tutor o curador. Una vez presentada la petición, el tribunal puede nombrar a un tercero para que realice un análisis independiente de la situación. A este investigador se le conoce como Visitador.
A continuación, la persona protegida y otras personas que puedan tener conocimiento de la situación recibirán notificación del procedimiento judicial. La persona protegida tendrá la oportunidad de expresar sus deseos al tribunal si así lo desea y puede hacerlo.
Si el tribunal decide que el tutor o curador propuesto es necesario e idóneo, puede ser nombrado por el tribunal.
Sin embargo, recuerde que el proceso de tutela y curatela no termina ahí. El tribunal sigue proveyendo para asegurar que la Persona Protegida esté bien cuidada. De esta manera, se protegen los derechos de la Persona Protegida a la vez que se le proporciona la asistencia necesaria.
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